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viernes, 7 de agosto de 2020

ANTONIA y ÁMBAR con "A" de ángeles

Los rostros de Antonia Barra y Ámbar Cornejo nos sonríen confiados desde las notas de prensa. Podrían ser nuestras hijas, sobrinas, nietas, hermanas o amigas. Podrían estar vivas y tener un futuro. Pese a las distancias geográficas y la realidad socioeconómica, ambas jóvenes fueron víctimas de alevosos crímenes. Antonia (23) se quitó la vida después de haber sido violada y amenazada. Ámbar (16), fue brutalmente asesinada por la pareja de su madre. Dos tragedias que pudieron evitarse.  

Manipuladores sexuales

Antonia cayó en una eficaz táctica de manipuladores sexuales. Se trata de presentarse en las redes sociales ( y en persona) como “joven de excelente presencia y educación”. ¿Quién va a desconfiar de las bebidas que te ofrece un simpático galán?  Emborrachar o drogar a la “presa” es más antiguo que el hilo negro. Sucede todos los días y se basa en hacer creer a la víctima que el sexo fue consensual. Si la agredida se enoja, se le muestran fotos comprometedoras, se manipulan sus emociones y se le aconseja “silencio”.

Algo parecido le ocurrió a Natalee Holloway en el 2007. La adolescente norteamericana viajó junto a sus compañeros de secundaria a la isla de Aruba. En una discoteca fue abordada por Joran Van der Sloot, el apuesto hijo de una reconocida familia local. Confiada en que nada malo puede ocurrir en un paraíso, la chica aceptó las copiosas bebidas y no regresó al hotel con su grupo. Natalee desapareció y la policía de Aruba la culpó (indirectamente) por su fatal e incógnito destino. Lo que de verdad ocurrió se supo tres años más tarde, cuando Joran Van der Sloot repitió el mismo comportamiento en Lima, con la peruana Stephany Flores. Cámaras de video lo delataron en su rol de seductor, violador y además, asesino.

Las cámaras de video y conversaciones grabadas en celulares también fueron claves en el caso de Antonia, aunque a ella no le sirvieron de mucho. Cargaba con la vergüenza de lo sucedido, se sentía sucia y culpable. ¿Quién creería su versión? ¡Ni siquiera su ex novio fue capaz de confiar en ella! Prefirió quitarse la vida ante la incapacidad de seguir luciendo “normal” frente a sus amigos y conocidos. Al menos, aquellos testimonios presentados por sus padres, llevaron a Martín Pradenas a prisión preventiva. ¿Actuará la justicia?

Femicidios sociales

En el caso de Ámbar, al drama disfuncional de sus padres se sumó el gravísimo error de la justicia chilena de liberar en el 2016 a Hugo Bustamente, un hombre que había asesinado en el 2005 a su ex conviviente y al pequeño hijo de ésta. Como buen psicópata, se buscó una nueva mujer a quien dominar. Entonces, la que sobró fue la hija de ésta, Ámbar.

Aunque no me gusta mucho el término “Femicidio”, ya que considera que se mata a alguien solo por el hecho de ser mujer, en ambos casos grafica el comportamiento de quienes hicieron la vista gorda o estaban demasiado sumidos en sus individualismos como para percibir los silenciosos gritos de ayuda. Por ejemplo, todavía perdura la creencia que la violencia doméstica es “privada” y que solo en la televisión una pareja agresiva puede llegar al asesinato (o esconde el secreto de ya serlo).

Es femicidio juzgar a una adolescente ebria, drogada o ligera de ropas por “buscarse su desgracia”. Lo mismo que el despecho o los celos machistas, que niegan la realidad de una violación. Lo es todo aquel “buen compadre” que no se atreve a “pararle el carro” al amigo que anda en malas intenciones en una fiesta. Ni la madre de Ámbar pudo evitarle a su hija el riesgo de venir a la casa. ¡Pongamos atención! ¡Miremos alrededor! ¿Cuántas mujeres (y más de algún varón) cercano está sufriendo abusos o padece una sospechosa depresión? ¿Seguiremos simulando no ver la agresividad de alguna pareja o en nuestros hijos, nietos o hermanos?  

Antonia y Ámbar comparten la “A” de ángeles. No porque hayan sido santas o de “intachable conducta”. Fueron ciegas ante el peligro. Confiaron en el ser humano. Quizás, creyeron que todo varón es un caballero. Una simple conversación profunda puede marcar la diferencia. ¿Cuántas tienen que morir para darnos cuenta de que clamaban por ayuda?

(María del Pilar Clemente B.)

viernes, 15 de mayo de 2020

Derechos, deberes... ¿Cuál es el rumbo de los DDHH?


DERECHOS, DEBERES… ¿Cuál es el rumbo de los DDHH?

 

En 1948 ocurrió un hito histórico. En la recién fundada Organización de las Naciones Unidas (ONU) se firmó la Declaración Universal de los Derechos y Deberes del Hombre. Aunque después se eliminó la palabra “Deberes”, varios puntos del documento conservan aquel sentido. Son 30 artículos que recorren las necesidades  más sensibles de ser humano: la vida, libertades, trabajo, educación, vivienda, alimentación, salud, expresión y desarrollo como individuo. Fueron un consenso inspirado en los grandes valores que venían promoviendo filósofos, científicos e intelectuales desde la época grecolatina, reforzados en el siglo XVII. El ideal de una educación masiva como eje del progreso (Ilustración), justicia para todos y el “nunca más” a las guerras, horrores y masacres, generaron el concepto de DDHH. De allí, se derivó la  importancia de fiscalizar el monopolio de las fuerzas de orden que los ciudadanos delegan en los Estados. Habían caído monarquías, imperios y surgido nuevas naciones en el mapa. Latinoamérica y África iniciaban el ascenso desde el tercer mundo hacia estos valores universales.

La polémica de Sergio Micco

Bajo este marco, el encargado de la Oficina de DDHH en Chile, Sergio Micco, apareció en la prensa, destacando la falla de dicho organismo en inculcar en la juventud el concepto de derechos y deberes. De ahí estalló un debate entre los que estaban de acuerdo o en desacuerdo. Surgieron voces apelando que los derechos humanos son inalienables y que no están sujetos a deberes o a relativismos morales. El tema es interesante. Si bien la declaración de DDHH consolida en sus 30 artículos los derechos inalienables, también sugiere ciertos deberes. Así, el artículo 1, indica: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, dotados como están de razón y conciencia, DEBEN comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Además, el artículo 29-1, señala: “Toda persona tiene DEBERES respecto a la comunidad, puesto que solo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”.

Se entiende que la puesta en marcha de tan elevados principios, requiere de ciertas exigencias mínimas de convivencia. Por ejemplo, en el Consultorio de Salud de Algarrobo, hay un cartel donde se advierte que a nadie le será negado el derecho a la atención…salvo que el paciente agreda al personal o rehúse ser atendido por algún facultativo.

En cuanto a educación (por muy gratis que sea), el estudiante está obligado a realizar tareas y pruebas para recibir tal derecho y avanzar al siguiente curso. No en vano en otros países se llaman “deberes escolares”. Si alguien desea postular a un beneficio estatal, el ciudadano debe llenar una forma y acreditar que lo necesita. El artículo 23-1, señala en su párrafo final: “La persona tiene derecho a los seguros de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias INDEPENDIENTES DE SU VOLUNTAD”.

Esta pequeña frase es clave. De no existir, cualquiera de nosotros (con un buen abogado) podría exigir al Estado que nos diera techo, trabajo y vivienda, sin hacer a cambio absolutamente nada. Solo por estar vivos y por tratarse de derechos inalienables.

¿Servilismo al poder?

No pocos acusaron a Micco de “servilismo al poder” o tener una visión política-partidaria en favor de Piñera. Coincido en que una misión clara para cualquier oficina de DDHH debiera ser AJENA a intereses y beneficios partidistas de TODO tipo. Felipe Portales, sociólogo y autor del libro “Los mitos de la democracia chilena”, reiteró en un comentario de El Mostrador, que los representantes de los DDHH solo tienen atribuciones jurídicas ante los abusos del Estado contra los ciudadanos. Así, los delitos o agresiones entre ciudadanos caerían en el marco de la justicia penal, laboral y civil locales. Hasta ahí, de acuerdo. Sin embargo, agregó que las opiniones de los representantes de DDHH no podrían referirse a temas de injerencia política o social fuera del axioma Estado-ciudadanos; Estado-versus otros Estados. En suma: ¿Tendrían los personeros de DDHH que usar anteojeras y no analizar y orientar el contexto político, social y económico que rodea el abuso de funcionarios del Estado? Todos sabemos que el opinar, no implica abrir un nuevo caso jurídico, sino que otorga un marco a la realidad. De hecho, en el portal de la ONU existen ensayos y documentos que abarcan espectros más amplios que la contabilidad de casos  mundiales.

Cuestionamiento al delito y al derecho  

Según Felipe Portales, el tema pasa por el ámbito conceptual o el espíritu de los derechos humanos. Dice: “Cuando se trata de una persona común que asesina a otra, es un delito gravísimo contra la vida, pero NO es una violación al derecho a la vida”. Así, SOLO los Estados provocarían la violación a un derecho. Las violaciones entre ciudadanos o de ciudadanos contra el Estado, serían simples delitos sin adjetivos, destinados a los tribunales locales. Efectivamente, la justicia de cada país acoge y castiga los delitos, sin embargo, los principios generales son los mismos, ya que caen en los llamados “valores universales”. Ahí se equivoca Portales. Matar o asesinar despoja del derecho a la vida, no obstante su relevancia jurídica vaya a tribunales internacionales y otros, a los nacionales. En suma, DDHH no está obligado a denunciar y acoger los temas civiles, laborales y penales de cada país, pero sí podría dar directrices, opinar sobre fenómenos como el femicidio, porque existe el valor universal del derecho a estar vivo (el más importante en la declaración de 1948). Esto nos lleva a una pregunta: ¿Qué sucedería si, en Chile por ejemplo, dos grupos de ciudadanos, premunidos de piedras y palos se atacaran a muerte en una calle e intervinieran las fuerzas policiales? Sabemos que el organismo se preocuparía de los abusos de las fuerzas de orden en contra de las dos pandillas o grupos. ¿Y si la pelea surgió por racismo o fanatismos religiosos, ¿no habría que elaborar algún informe y opinar sobre la amenazante realidad de los grupos racistas o fanáticos religiosos que atentan contra los derechos humanos? Repito: elaborar un informe no implica asumir la pega de los tribunales locales.  

Educar para el bien común

Al finalizar su artículo, Portales reflexiona que hace falta enseñar el tema de los DDHH en las escuelas. No menciona a la educación cívica. Ahí viene otro error. Es imposible educar en derechos humanos si no se abarca todo el espectro cívico de una sociedad. La Declaración Universal de DDHH es la pauta, un faro de luz, cuyos principios se incluyen en la mayoría de la Constituciones democráticas de cada país. Desde allí, se traducen en normativas destinadas a su cumplimiento, es decir, no basta con dar a conocer la existencia de estos derechos y su rol fiscalizador.  Los Estados no son entes abstractos. Quienes lo hacen funcionar son personas comunes y corrientes elegidas a través del voto, o son empleados, funcionarios en los distintos aparatos de orden y servicio público. Si los ciudadanos no entienden lo que es vivir en comunidad y que los valores inspiradores de los DDHH deben ejercerse en la vida diaria, es bien poco lo que se puede prevenir en corrupción, falta de ética y abusos del Estado.  Veamos el artículo 29-2:

“En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente SUJETA a las limitaciones establecidas por la ley, con el único fin de asegurar el reconocimiento y el RESPETO de los derechos y libertades de los DEMÁS, y de satisfacer las JUSTAS EXIGENCIAS DE LA MORAL, del orden público y del bienestar general de una sociedad DEMOCRÁTICA. Una reflexión clave para reconstruirnos después de la pandemia.

(Por María del Pilar Clemente)

 

 

 

 

viernes, 10 de enero de 2020

Luces y sombras del boicot a la PSU


¿Quién tiene la razón?

LUCES Y SOMBRAS: ¿Boicot a la prueba PSU?

 

El violento boicot de los secundarios dejó abiertas muchas preguntas (y emociones)  ¿Hasta qué punto se llega por una buena causa? Lo cierto es que el tema de la PSU no era nuevo. Durante el movimiento estudiantil del 2011 (que convirtió en diputados a Camila Vallejo y Giorgio Jackson, entre otros), se acordó discutir con las autoridades el reemplazo de la pruebas SIMCE (evaluaciones estándar que se aplican durante la enseñanza básica y media) y la PSU para el ingreso a la universidad. En un informe enviado a la UNICEF en el 2014, la ACES proponía un test tipo bachillerato y cursos propedéuticos (entrenamiento previo) más las notas de enseñanza media. Paradojalmente, la sumatoria del curso, prueba y notas “no tendría relevancia”. Es decir, igual todos podrían ingresar a una carrera. Ante falta de acuerdo, el Consejo de Rectores optó por mantener la PSU. Hoy, en  vez de convencer a los casi 300.000 estudiantes que se inscribieron para dar la prueba, los dirigentes secundarios optaron por las amenazas y boicot. El resultado ya lo conocemos. ¿Héroes o villanos?

“Para cambiar todo el sistema” (lema del boicot), se atropelló la voluntad de la mayoría de los asistentes. Seamos claros. Si todos los secundarios hubiesen estado de acuerdo, muy pocos se habrían inscrito o presentado en los locales. Ahora mismo, deberían estar advirtiendo que nadie asistirá a la segunda chance del 27 y 28 de febrero. Todo indica que los “representados” aspiran a retornar. En otras palabras, ocurrió como si un grupo en contra del River Plate no dejara entrar al estadio a los fans que sí desean ver a su equipo de fútbol. ¿Amerita aplicar la Ley de Seguridad del Estado a Víctor Chanfreau y los otros dirigentes? Probablemente no, pero los afectados sí tendrían derecho a iniciar demandas por haber sido obligados a “quedarse fuera” de la medición. (Peor aun si los mencionados dirigentes aceptan el trofeo de ingresar sin PSU que les ofrecen algunas universidades).

Hay todo un símbolo. El gobierno ha buscado eliminar el ramo de historia como obligatorio, la  prueba de historia fue la más afectada con el boicot y el presidente de la ACES, Víctor Chanfreaud, quiere ser profesor de Historia.

De Libertad de Educación a Derecho a la Educación

Con la revolución de los pingüinos en el 2006 se puso en jaque la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE). Firmada por Pinochet en 1990, afianzaba la municipalización, los subsidios y la libertad para abrir establecimientos educacionales. En el 2009 fue cambiada por la Ley General de Educación, con énfasis en la calidad y ausencia todo tipo de discriminación. Algo equivalente al derecho a la educación. El tema fue la gratuidad para la PSU, el pase escolar, educación sexual, mejor alimentación, becas, arancel diferenciado. La gratuidad primero se pensó para los secundarios, pero luego solo se habló de los universitarios. Surgió la idea de una malla curricular similar para todo el país. Antes de aplicarla primero había que acabar con los colegios subvencionados y particulares (no se pudo avanzar). ¿Y los profesores? Durante el movimiento del 2011 se sumó con fuerza el Colegio del Profesores. Sin embargo, las demandas se centraron en salarios, en el no a la evaluación docente, el tamaño de los cursos y las presiones para el SIMCE. ¿Cuál sería el maestro ideal para los secundarios? ¿Será el profesor Merlí de Barcelona? ¿John Keating de la sociedad de los poetas muertos? ¿Cómo definen la calidad? ¿Desean bibliotecas, laboratorios, videotecas, talleres, deportes, psicólogos, orientadores? ¿Conocen la diferencia entre el estilo educacional de los nórdicos y los chinos? (ambos de excelencia). Hay pocos detalles. El problema es que el profesor es visto como “representante del sistema”. Ahora mismo, el Consejo de Rectores ha pasado a ser otro “ente autoritario” para los aspirantes a universitarios. ¿Y si el boicot se transforma en la herramienta para combatir contra los docentes “injustos”? ¿Cómo se imaginará Víctor Chanfreau haciendo clases? Sin duda, el único maestro “antisistémico” que ganaría sus aplausos es el docente que fue a la cárcel por destrozos en el Metro.

Olvido de la educación pública

En abril del 2006 las lluvias inundaron el Liceo A-45 de Lota. Las imágenes de las precarias condiciones indignaron a todos los alumnos de la región. La furia aumentó cuando el Ministerio de Educación aumentó el monto para inscribirse en la PSU y limitó el uso del pase escolar. Entonces, el 19 de mayo ocurrió la legendaria toma del Instituto Nacional, acto que se repitió en todos los planteles emblemáticos. Comenzaba la revolución colegial de los pingüinos (color del uniforme). Sus demandas eran justas: Querían mejor infraestructura, inversión en calidad y profesores para todos los liceos  públicos desde la básica a la media. Luego, las exigencias dejaron de lado lo micro y volaron hacia el macro. De la exigir los mejores colegios públicos de Chile, pasaron al lema de hoy “Queremos cambiarlo todo”. En el 2016 en una entrevista realizada a Ramiro Hernández (un ex alumno de aquellos primeros indignados en Lota), recordó que los techos de los planteles fueron reparados, pero que la sombría realidad educativa siguió igual. Por otro lado, el otrora famoso Instituto Nacional (pionero en la lucha), terminó bajando sus estándares, con rectores de puerta giratoria y pérdida de prestigio. Así lo describen varios ex alumnos en el reportaje de La Tercera “Instituto Nacional: Cuando el primer foco de luz comenzó a apagarse” (2019).

¿Qué pasará?

 

 

 

jueves, 21 de noviembre de 2019

La dignidad de un nombre

LA DIGNIDAD DE UN NOMBRE


Siempre me ha emocionado cuando el ser humano muestra lo mejor de sí. Actos de compasión, ayudas anónimas y desinteresadas, el “amigo oreja” cuando todo parece desmoronarse, la capacidad empática, el rescatar animales indefensos, plantar en lo estéril, arriesgar la vida ante el peligro, abrazarse en el dolor…¡en fin!. El ombligo de Santiago, el epicentro de los encuentros masivos, ha pasado por diversos roles en la historia. En 1875 se llamó Plaza La Serena, como homenaje a quienes derrotaron a  Pedro León Gallo y la revolución Constituyente de 1859. Entonces, los empresarios mineros de Copiapó abogaban por la autonomía contra el poder central, pero fueron liquidados en Cerro Grande, La Serena. (Hoy, sabemos que –con o sin honores- el centralismo sigue imperando contra las provincias).
Se llamó Colón

En 1892 se rebautizó como Plaza Colón en honor a los 400 años del descubrimiento de América. Eran tiempos acríticos. Si bien se asumía que España había sido un ente colonizador “del que hubo que liberarse”, se le agradecía el legado del idioma y religión. Los pueblos nativos eran considerados bárbaros y nadie reprobaba su sometimiento o exterminación. Recordemos que en 1992, durante el año de eventos conmemorativos (ya no celebración) de los 500 años de la llegada de Cristóbal Colón, académicos Latinoamericanos y españoles acordaron suprimir el polémico nombre “Día de la raza” por el “Encuentro de dos culturas”. Símbolo de dos identidades que se fusionaron en una nueva, sin dejar de conservar sus legados. Lamentablemente, hoy el concepto se ha polarizado, pero eso es otro tema.

Más nombres

En 1910, la comunidad italiana avecindada en torno a la estación de ferrocarril a Pirque (hoy Parque Bustamante), donó la escultura llamada “Genio a la Libertad”, un homenaje a la independencia de Chile y a su primer Cabildo abierto de 1810. Desde entonces, se llamó popularmente “Plaza Italia”. El hecho significaba también lo bienvenidos que habían sido los inmigrantes llegados desde el “país de la bota”. En 1928, el escultor penquista Virginio Arias, hizo realidad el gran tema que había estremecido a la sociedad entre 1879 y 1883: La Guerra del Salitre o del Pacífico. Así, su memorial del General Manuel Baquedano y los soldados desconocidos rebautizó la rotonda como Plaza Baquedano. No obstante, después del Golpe de Estado y la pérdida total de la confianza en los militares, retornó en nombre de Plaza Italia. Nótese, eso sí, que en 1942 el bellísimo edificio de aquella estación fue demolido sin tapujos y con gran horror para el patrimonio nacional. (Este detalle para aclarar que el afán destructor del pasado ha sido compartido por las élites y no es exclusivo del llamado lumpen)

El peso de la dignidad

Me gustó el espontáneo bautizo que ha vivido aquel eje urbano. Aunque no es oficial, el título de “Plaza Dignidad” otorga un espíritu necesario para los tiempos que se avecinan. La palabra se origina en el latín “Dignítas” que significa “Excelencia o grandeza”. Su definición civil es “Cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni lo degraden”. Tiene también significados legales, relacionados con los derechos básicos humanos y definiciones bíblicas como “valioso hijo de Dios”. Alguien puso una placa de bronce con la frase “Aquí y en este lugar, Carabineros disparó a los ojos de su pueblo”. Un recordatorio que hace pensar en las situaciones históricas que lleva al fratricidio. La dignidad no es patrimonio de un grupo o ideología (Recordemos la nefasta “Colonia Dignidad” en el sur). El trato como personas es un llamado que debe ser ejercido y compartido por todos. Eso es lo que me gusta del nombre: la potencialidad de re-encontrarnos como miembros de una misma familia, que comparten un territorio común y que son capaces de trabajar juntos. Justamente, para que la palabra deje de estar en placas y sea una realidad.
(María del Pilar Clemente Briones)