Doy la bienvenida al 2021 con
esta frase humorística de “Condorito”. En la legendaria historieta chilena, la
expresión era un juego de palabras que celebraba un baño remodelado. Claro, eran
tiempos donde pocos destinaban presupuesto familiar para embellecer el “rincón
del pensador”. Lo recordé porque anoche tuve un raro sueño. Me encontraba en un
edificio público de estilo colonial
(muros de cal blanca, arcos y tejas de greda). Era una soleada mañana y se
estaba celebrando un evento vecinal. A juzgar por la alegría de quienes
desayunaban en las mesas de mantel blanco, se trataba de algo muy positivo. En
vez de sumarme al cafecito colectivo, caminé por un corredor hasta el baño,
situado frente una pérgola de rosales trepadores. Era un sitio inmaculado, pródigo
en espejos, grifos brillantes y mosaicos andaluces. Como las culturas ancestrales sugieren poner
atención a lo que soñamos durante los primeros días del año, me propuse indagar
en sus posibles significados.
Suciedad
y pureza
Los cuartos de baño reflejan
nuestra faceta orgánica-animal, aquella que mencionamos con palabrotas y
chistes de mal gusto. No es romántico imaginar al Príncipe Azul o a la Dulcinea sentados en el retrete (palabra catalana que
significa “lugar retirado”, al que se acudía para “abonar la tierra”). La mayoría
prefiere hacer las necesidades corporales en soledad, aunque dicen que el ex
presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson (reemplazante del asesinado
JF Kennedy) adoraba dictar notas o dar audiencias, mientras ocupaba el inodoro
(¡¡Puf!!)
El baño es también símbolo
de pureza e higiene. Resume el proceso de “civilizarnos” a través de duchas,
afeitado, lociones, peinado y maquillaje. Centurias atrás, cualquier vasija
bajo la cama era suficiente para “vaciar las tripas”. El contenido se arrojaba
por la ventana o iba al huerto doméstico. Para lavarse, se utilizaban
palanganas con agua o se visitaba el río cercano (el mismo donde se lavaba la
ropa). Algunas familias acomodadas se remojaban en la tina una o dos veces al
año (El día del casamiento era fijo, ya saben…). Hierbas aromáticas, pelucas y perfumes
compensaban los malos olores. De hecho, se asociaba el exceso de aseo con
enfermedades (¡¡Plop!!).
Solo desde fines del siglo
XIX el cuarto de baño salió de lo público y se sumó a la arquitectura privada
de las viviendas, hecho favorecido por la construcción de alcantarillados y
servicios de agua potable. Pasó de ser la “casita” del patio (plena de moscas)
a uno de los lugares favoritos en el imaginario popular. Hoy, suele ser
escenario de tórridas pasiones, asesinatos y escondites en miles de películas y
novelas. El “lavabo”, “toilette” o “restroom” es foco de fenómenos sociales,
como las colas para ingresar al baño femenino y las ánimas penando en el de varones.
Es tema noticioso, en debates sobre uso
de baños mixtos o delimitados por géneros. Los restaurantes juegan con creativos
logos en las puertas para “Ladies” y “Gentlemen”. Confesiones, llantos y
negocios pueden ocurrir entre azulejos y urinarios. Los eventos catastróficos y
la pandemia han dejado en claro que el papel higiénico es tan esencial como los
alimentos (ya nadie se conforma con trozos de diario u hojas de choclo). Sin
duda, el baño y la cocina son los
lugares más ocupados en cualquier oficina, comercio u hogar.
Reflejo
cultural
De ser un sitio innombrable,
pasó a ser un destacado en la decoración y factor clave en la compra de casa o
departamento. Caribeños y árabes coinciden en diseñar baños inspirados en
fantasías: Mosaicos, espejos, juegos de agua, enchapados en oro, vapores, saunas,
hidromasajes e infinitos jabones, champú, cremas, lociones y perfumes. Un glamour al que pocos tienen acceso,
aunque también se encuentra la aspiración opuesta. En escuelas y universidades
suelen transformarse en “diarios populares”, plenos de grafitis, obscenidades, declaraciones
de amor, consignas políticas e inodoros quebrados. Al respecto, Jorge Toro, ex rector del Instituto Nacional, declaró
que era muy triste invertir millones en remodelar los baños del colegio, puesto
que los alumnos los destruían en menos de una semana. Argumentaban que no les
gustaba su aspecto de shopping mall.
Bellos o feos, lo cierto es
que nadie sueña con limpiar el baño, pero la vida se encarga de ponernos de
rodillas a escobillar el “trono”. Castigo para unos, sacrificio para otros, en
toda familia alguien hace el “trabajo sucio”. Al igual que nuestros
pensamientos, es imposible disfrutar de una tina caliente si no desinfectamos
antes.
¿Cómo
está tu baño?
El estado anímico de los
dueños de casa, la prosperidad y los ideales del bien común se reflejan en los
baños. Quizás, ese fue el mensaje de mi sueño. El 2021 puede traer la semilla de algo positivo,
un desayuno colectivo, sin máscaras y abundantes sonrisas. Agradezcamos los
rayos solares que nos alumbran; agradezcamos un día más de vida. La
incertidumbre nos ha golpeado con fuerza, pero aun podemos mirarnos al espejo,
lavarnos la cara y mostrarnos tal como somos, sin disfraz. ¡Pongamos la mesa para construir el 2021!.
(Por María del Pilar
Clemente B.)