lunes, 30 de marzo de 2020

Lavanderas son la bandera


 
 
LAVANDERAS    SON   LA   BANDERA

 

La libertad que las mujeres celebramos el ocho de marzo merece el recuerdo de las sufridas lavanderas. Desde milenios, los varones podían “lavar el honor”, pero jamás lavar la ropa. En todas las culturas, las mujeres se han reunido alrededor de ríos, lagos, pilones de agua o lavaderos colectivos para esta labor doméstica. Muchas veces, este punto de encuentro era el único modo de socializar permitido a nuestras antecesoras. Hasta hace menos de cincuenta años, todavía muchas mujeres hervían sábanas y toallas en lejía, golpeaban las prendas sobre tablas, usaban jabones de grasa y grandes canastos para llevar las cargas a los colgadores, situados en techos, patios y balcones. Con buen tiempo, tomaba tres días separar las ropas por color, lavar, enjuagar, almidonar (enaguas, camisas y manteles), esperar el secado y luego….¡a planchar!. Durante guerras y hambrunas, el oficio de lavar ropa ajena fue uno de los más socorridos por las mujeres para combatir la pobreza. Manos hinchadas, sabañones, uñas rotas y una mirada triste eran el sello de estas trabajadoras sin contrato. El invento y evolución de las máquinas de lavar, las secadoras y las modernas lavanderías han hecho olvidar estas imágenes que alguna vez fueron el pan de todos los días. Aunque pocos lo crean, en muchas ciudades y campos del mundo, el viento hace flamear como festivas banderas, la ropa colgada que anónimas mujeres ha limpiado para su familiar. UN HOMENAJE PARA LAS QUE NO HAN DEJADO DE LAVAR Y DE LUCHAR POR LA IGUALDAD. Gracias de corazón, puesto que el lavar a mano, es algo que muchas mujeres de hoy hemos hecho sin pensar ni cobrar, solo por amor.