viernes, 10 de enero de 2020

Luces y sombras del boicot a la PSU


¿Quién tiene la razón?

LUCES Y SOMBRAS: ¿Boicot a la prueba PSU?

 

El violento boicot de los secundarios dejó abiertas muchas preguntas (y emociones)  ¿Hasta qué punto se llega por una buena causa? Lo cierto es que el tema de la PSU no era nuevo. Durante el movimiento estudiantil del 2011 (que convirtió en diputados a Camila Vallejo y Giorgio Jackson, entre otros), se acordó discutir con las autoridades el reemplazo de la pruebas SIMCE (evaluaciones estándar que se aplican durante la enseñanza básica y media) y la PSU para el ingreso a la universidad. En un informe enviado a la UNICEF en el 2014, la ACES proponía un test tipo bachillerato y cursos propedéuticos (entrenamiento previo) más las notas de enseñanza media. Paradojalmente, la sumatoria del curso, prueba y notas “no tendría relevancia”. Es decir, igual todos podrían ingresar a una carrera. Ante falta de acuerdo, el Consejo de Rectores optó por mantener la PSU. Hoy, en  vez de convencer a los casi 300.000 estudiantes que se inscribieron para dar la prueba, los dirigentes secundarios optaron por las amenazas y boicot. El resultado ya lo conocemos. ¿Héroes o villanos?

“Para cambiar todo el sistema” (lema del boicot), se atropelló la voluntad de la mayoría de los asistentes. Seamos claros. Si todos los secundarios hubiesen estado de acuerdo, muy pocos se habrían inscrito o presentado en los locales. Ahora mismo, deberían estar advirtiendo que nadie asistirá a la segunda chance del 27 y 28 de febrero. Todo indica que los “representados” aspiran a retornar. En otras palabras, ocurrió como si un grupo en contra del River Plate no dejara entrar al estadio a los fans que sí desean ver a su equipo de fútbol. ¿Amerita aplicar la Ley de Seguridad del Estado a Víctor Chanfreau y los otros dirigentes? Probablemente no, pero los afectados sí tendrían derecho a iniciar demandas por haber sido obligados a “quedarse fuera” de la medición. (Peor aun si los mencionados dirigentes aceptan el trofeo de ingresar sin PSU que les ofrecen algunas universidades).

Hay todo un símbolo. El gobierno ha buscado eliminar el ramo de historia como obligatorio, la  prueba de historia fue la más afectada con el boicot y el presidente de la ACES, Víctor Chanfreaud, quiere ser profesor de Historia.

De Libertad de Educación a Derecho a la Educación

Con la revolución de los pingüinos en el 2006 se puso en jaque la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE). Firmada por Pinochet en 1990, afianzaba la municipalización, los subsidios y la libertad para abrir establecimientos educacionales. En el 2009 fue cambiada por la Ley General de Educación, con énfasis en la calidad y ausencia todo tipo de discriminación. Algo equivalente al derecho a la educación. El tema fue la gratuidad para la PSU, el pase escolar, educación sexual, mejor alimentación, becas, arancel diferenciado. La gratuidad primero se pensó para los secundarios, pero luego solo se habló de los universitarios. Surgió la idea de una malla curricular similar para todo el país. Antes de aplicarla primero había que acabar con los colegios subvencionados y particulares (no se pudo avanzar). ¿Y los profesores? Durante el movimiento del 2011 se sumó con fuerza el Colegio del Profesores. Sin embargo, las demandas se centraron en salarios, en el no a la evaluación docente, el tamaño de los cursos y las presiones para el SIMCE. ¿Cuál sería el maestro ideal para los secundarios? ¿Será el profesor Merlí de Barcelona? ¿John Keating de la sociedad de los poetas muertos? ¿Cómo definen la calidad? ¿Desean bibliotecas, laboratorios, videotecas, talleres, deportes, psicólogos, orientadores? ¿Conocen la diferencia entre el estilo educacional de los nórdicos y los chinos? (ambos de excelencia). Hay pocos detalles. El problema es que el profesor es visto como “representante del sistema”. Ahora mismo, el Consejo de Rectores ha pasado a ser otro “ente autoritario” para los aspirantes a universitarios. ¿Y si el boicot se transforma en la herramienta para combatir contra los docentes “injustos”? ¿Cómo se imaginará Víctor Chanfreau haciendo clases? Sin duda, el único maestro “antisistémico” que ganaría sus aplausos es el docente que fue a la cárcel por destrozos en el Metro.

Olvido de la educación pública

En abril del 2006 las lluvias inundaron el Liceo A-45 de Lota. Las imágenes de las precarias condiciones indignaron a todos los alumnos de la región. La furia aumentó cuando el Ministerio de Educación aumentó el monto para inscribirse en la PSU y limitó el uso del pase escolar. Entonces, el 19 de mayo ocurrió la legendaria toma del Instituto Nacional, acto que se repitió en todos los planteles emblemáticos. Comenzaba la revolución colegial de los pingüinos (color del uniforme). Sus demandas eran justas: Querían mejor infraestructura, inversión en calidad y profesores para todos los liceos  públicos desde la básica a la media. Luego, las exigencias dejaron de lado lo micro y volaron hacia el macro. De la exigir los mejores colegios públicos de Chile, pasaron al lema de hoy “Queremos cambiarlo todo”. En el 2016 en una entrevista realizada a Ramiro Hernández (un ex alumno de aquellos primeros indignados en Lota), recordó que los techos de los planteles fueron reparados, pero que la sombría realidad educativa siguió igual. Por otro lado, el otrora famoso Instituto Nacional (pionero en la lucha), terminó bajando sus estándares, con rectores de puerta giratoria y pérdida de prestigio. Así lo describen varios ex alumnos en el reportaje de La Tercera “Instituto Nacional: Cuando el primer foco de luz comenzó a apagarse” (2019).

¿Qué pasará?