La mujer chilena será representada por una escultura que acaba de ganar una convocatoria público-privada. Así, el colectivo conformado por las artistas Josefina Guilisasti, Cecilia Puga, Paula Velasco y Bárbara Barreda, dispondrán de seis meses para levantar su obra en el Parque de Los Reyes, en Santiago. Hasta ahí, todo bien. El problema es el objetivo del concurso: “Visibilizar el valioso aporte de las mujeres al desarrollo de nuestro país y mostrar su amplia diversidad”.
La mega-escultura de 9,5 metros de alto, 13,5 metros de largo y 8,5 metros de ancho abre la pregunta si realmente cumple con la finalidad solicitada. Con buena voluntad es posible imaginar que una red entretejida por tubos de acero tiene algo de tapiz femenino. El diseño, que permite ingresar a su interior a los visitantes, se puede interpretar como la esencia de un útero o un frío abrazo cordillerano. Lo cierto es que el “valioso aporte” a la “diversidad” de nuestras coterráneas no se aprecia en la obra, aunque sin duda, refleja el trabajo colectivo de las autoras. Entonces, ¿Se trata de una celebración al gran esfuerzo creativo de las artistas o de una representación intimista y universal de la mujer chilena?.
No culpemos al jurado. Importantes artistas analizaron las cincuenta propuestas antes de tomar la decisión. Los organizadores son también prestigiosos: El Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, el Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio, la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), la Municipalidad de Santiago y el Capítulo Chileno del Museo Nacional de la Mujer en las Artes (NMWA). Hasta ahí todo bien. Lo que parece no funcionar es el “tema representativo”. Es decir, se presupone la idea de mujeres chilenas representadas y acogidas. ¿Se cumple dicho objetivo?.
Como a los artistas plásticos el tema no les “hace ruido”, invitamos a seis miembros del Comité de Mujeres Escritoras del PEN Chile para saber si se sienten representadas desde las letras.
Opiniones desde las letras
Cristina Wormull señala: “Discrepo con el concepto implícito para definir lo femenino. También, con que se deba realizar un homenaje a la mujer. Es similar a celebrar el Día de la Madre, ensalzando sus virtudes hasta el empalagamiento, en desmedro de sus otras cualidades, las que son opacadas ante una imagen de madre virginal y santa”.
Wormull agrega que a nadie se le ocurriría hacer una escultura en homenaje a los hombres de Chile. “El mero hecho de idear una escultura en honor del género femenino es un insulto, una mirada machista y paternalista de la mujer”.
Para la escritora, el país está en deuda con destacadas féminas, como por ejemplo, la primera mujer médico de Chile y Sudamérica, Eloísa Díaz; Elena Caffarena y su aporte a la integración política y social de la mujer; María Luisa Bombal, tremenda escritora (quién además de no recibir el Premio Nacional de Literatura, fue muy ninguneada por sus colegas varones). Menciona también a Gladys Marín, Olga Poblete y a tantas otras.
“Realizar una obra artística en honor a la Mujer Chilena es lo mismo que el monumento al Roto Chileno, paternalismo y feudalismo”.
Virtuosismo, buena técnica, pero…
Cecilia Almarza
Yasmín Navarrete, Física de profesión, poeta e integrante del Comité de Mujeres Escritoras, manifestó que la escultura ganadora puede ser un buen ejemplo de virtuosismo, técnica y materiales, pero el conjunto resulta abstracto y poco apegado a las raíces de lo femenino. Al respecto, explicó: “No me siento representada por la obra. Creo que un ingeniero podría apreciar mejor su calidad. Sin embargo, en cuanto al simbolismo de lo femenino, la calidez, afecto, fortaleza y lucha irrevocable, sólo los colores se acercan a dichas cualidades”.
Para Navarrete, los organizadores desaprovecharon la oportunidad de la contingencia social respecto al género y al sentido de lo femenino: “Ya que será instalada en el Parque de los Reyes, se pudo contemplar mejor el contexto natural para conectar con la naturaleza, las raíces, lo cíclico y el misterio mismo de la vida, de la madre Tierra y de los espacios orgánicos, pero al menos, abre una discusión”.
La poeta Cecilia Almarza confiesa sentir escalofríos ante tan fría estructura metálica: “A esa red le falta alma. Parece chiste pero presenta una mirada demasiado neoliberal. Le falta tierra, hembra originaria, emoción, fuerza, fuego, en suma, le falta mujer. Como diría la escritora nicaragüense, Gioconda Belli, le falta cuidadanía”.
Alejandra Faúndez, escritora y encargada de estudios de género, señala que la escultura le parece muy conceptual: “demasiado abstracta en un contexto en que las mujeres han dado muestras de mucha resiliencia y capacidad de gestión y luchas en los hogares y en la calle. Pienso que el arte debería mostrar a la mujer en su contexto actual”.
Se alza hacia las nubes
Muy distinta es la opinión de Carmen Tornero: “Me parece notable esta enorme obra de arte confeccionada por manos femeninas. Me impresiona verla alzarse hacia las nubes en un material tejido en cálidos rojos. Una rigidez ablandada por las caricias de manos femeninas, reflejo de la firmeza y creatividad de nuestra escultoras”.
La escritora se califica poco erudita en artes plásticas, pero gran amante de la belleza y de la estética. Agrega: “Me complace esta mujer de erguida con la frente en alto. Ella no solo refleja a las féminas de nuestro país, sino que a las figuras del género en cualquier parte del mundo. No importa si me representa o no. Eso es lo de menos. Lo importante será lo que sienta quien se detenga a admirarla”.
María Violeta Güiraldes piensa parecido: “El monumento es bonito y la elección desde el punto de vista estético me parece bien. Reconozco que es una expresión muy moderna para que yo, que pertenezco a una generación más antigua, me sienta representada o vea en ella a una mujer. En todo caso, al leer el análisis que hicieron para preferirla, calza con mi forma de apreciar lo femenino”.
Violeta Güiraldes
Hombres y mujeres no son reflejados por igual
Blanca del Río, escritora y ex presidenta de PEN Chile, reflexiona sobre los homenajes artísticos otorgados a varones y mujeres en los espacios públicos chilenos. “Un catastro realizado por el Consejo de Monumentos Nacionales revela que de las 621 estatuas, bustos y placas conmemorativas, solo el 4,7% correspondes a mujeres (57% a hombres y 38% a batallas o eventos históricos). En el caso de Santiago, solo seis monumentos corresponden a Gabriela Mistral, nuestro Premio Nobel. Sin embargo, no son atractivos. Se tiende a presentarla como una adusta profesora, vestida de gris o de negro, dedicada a los niños, aunque su obra es mucho más trascendente”.
Del Río explica que la misma invisibilidad se da en los nombres de las calles. “El feminismo y la perspectiva de género han problematizado esta desigualdad en el espacio urbano a la hora de diseñar y construir las ciudades. Han intentado entregar una nueva mirada sobre las luchas y logros de las mujeres a través del espacio público y digital”.
En cuanto a la escultura ganadora, comenta que si bien el colectivo de artistas que la creó dice reflejar las tensiones o miedos exteriores ancestrales, frente al espacio interior protegido, que sería una nueva forma de habitar, lo cierto es que su diseño parece haber sido concebido para un museo o para un público selecto: “Me refiero a que no permite al ciudadano común ni a escolares o estudiantes, imaginar y visibilizar la participación de las mujeres en el desarrollo socio-económico, político y cultural de Chile. Tampoco trasciende su función de gestación-creación y maternidad ni en su aporte creativo en el seno de su comunidad y en la literatura chilena”.
Blanca Del Río