¿Quién
tiene la razón?
LUCES Y SOMBRAS: ¿Boicot a la prueba PSU?
El violento boicot de los
secundarios dejó abiertas muchas preguntas (y emociones) ¿Hasta qué punto se llega por una buena
causa? Lo cierto es que el tema de la PSU no era nuevo. Durante el movimiento estudiantil
del 2011 (que convirtió en diputados a Camila Vallejo y Giorgio Jackson, entre
otros), se acordó discutir con las autoridades el reemplazo de la pruebas SIMCE
(evaluaciones estándar que se aplican durante la enseñanza básica y media) y la
PSU para el ingreso a la universidad. En un informe enviado a la UNICEF en el 2014,
la ACES proponía un test tipo bachillerato y cursos propedéuticos
(entrenamiento previo) más las notas de enseñanza media. Paradojalmente, la
sumatoria del curso, prueba y notas “no tendría relevancia”. Es decir, igual
todos podrían ingresar a una carrera. Ante falta de acuerdo, el Consejo de
Rectores optó por mantener la PSU. Hoy, en vez de convencer a los casi 300.000
estudiantes que se inscribieron para dar la prueba, los dirigentes secundarios optaron
por las amenazas y boicot. El resultado ya lo conocemos. ¿Héroes o villanos?
“Para cambiar todo el
sistema” (lema del boicot), se atropelló la voluntad de la mayoría de los
asistentes. Seamos claros. Si todos los secundarios hubiesen estado de acuerdo,
muy pocos se habrían inscrito o presentado en los locales. Ahora mismo, deberían
estar advirtiendo que nadie asistirá a la segunda chance del 27 y 28 de
febrero. Todo indica que los “representados” aspiran a retornar. En otras
palabras, ocurrió como si un grupo en contra del River Plate no dejara entrar
al estadio a los fans que sí desean ver a su equipo de fútbol. ¿Amerita aplicar
la Ley de Seguridad del Estado a Víctor Chanfreau y los otros dirigentes? Probablemente
no, pero los afectados sí tendrían derecho a iniciar demandas por haber sido
obligados a “quedarse fuera” de la medición. (Peor aun si los mencionados
dirigentes aceptan el trofeo de ingresar sin PSU que les ofrecen algunas
universidades).
Hay todo un símbolo. El
gobierno ha buscado eliminar el ramo de historia como obligatorio, la prueba de historia fue la más afectada con el
boicot y el presidente de la ACES, Víctor Chanfreaud, quiere ser profesor de
Historia.
De Libertad de Educación a
Derecho a la Educación
Con la revolución de los
pingüinos en el 2006 se puso en jaque la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza
(LOCE). Firmada por Pinochet en 1990, afianzaba la municipalización, los
subsidios y la libertad para abrir establecimientos educacionales. En el 2009
fue cambiada por la Ley General de Educación, con énfasis en la calidad y
ausencia todo tipo de discriminación. Algo equivalente al derecho a la
educación. El tema fue la gratuidad para la PSU, el pase escolar, educación
sexual, mejor alimentación, becas, arancel diferenciado. La gratuidad primero
se pensó para los secundarios, pero luego solo se habló de los universitarios.
Surgió la idea de una malla curricular similar para todo el país. Antes de aplicarla
primero había que acabar con los colegios subvencionados y particulares (no se
pudo avanzar). ¿Y los profesores? Durante el movimiento del 2011 se sumó con
fuerza el Colegio del Profesores. Sin embargo, las demandas se centraron en salarios,
en el no a la evaluación docente, el tamaño de los cursos y las presiones para
el SIMCE. ¿Cuál sería el maestro ideal para los secundarios? ¿Será el profesor
Merlí de Barcelona? ¿John Keating de la sociedad de los poetas muertos? ¿Cómo
definen la calidad? ¿Desean bibliotecas, laboratorios, videotecas, talleres, deportes,
psicólogos, orientadores? ¿Conocen la diferencia entre el estilo educacional de
los nórdicos y los chinos? (ambos de excelencia). Hay pocos detalles. El
problema es que el profesor es visto como “representante del sistema”. Ahora
mismo, el Consejo de Rectores ha pasado a ser otro “ente autoritario” para los
aspirantes a universitarios. ¿Y si el boicot se transforma en la herramienta
para combatir contra los docentes “injustos”? ¿Cómo se imaginará Víctor
Chanfreau haciendo clases? Sin duda, el único maestro “antisistémico” que
ganaría sus aplausos es el docente que fue a la cárcel por destrozos en el
Metro.
Olvido de la educación
pública
En abril del 2006 las
lluvias inundaron el Liceo A-45 de Lota. Las imágenes de las precarias condiciones
indignaron a todos los alumnos de la región. La furia aumentó cuando el
Ministerio de Educación aumentó el monto para inscribirse en la PSU y limitó el
uso del pase escolar. Entonces, el 19 de mayo ocurrió la legendaria toma del
Instituto Nacional, acto que se repitió en todos los planteles emblemáticos. Comenzaba
la revolución colegial de los pingüinos (color del uniforme). Sus demandas eran
justas: Querían mejor infraestructura, inversión en calidad y profesores para
todos los liceos públicos desde la
básica a la media. Luego, las exigencias dejaron de lado lo micro y volaron
hacia el macro. De la exigir los mejores colegios públicos de Chile, pasaron al
lema de hoy “Queremos cambiarlo todo”. En el 2016 en una entrevista realizada a
Ramiro Hernández (un ex alumno de aquellos primeros indignados en Lota),
recordó que los techos de los planteles fueron reparados, pero que la sombría
realidad educativa siguió igual. Por otro lado, el otrora famoso Instituto Nacional
(pionero en la lucha), terminó bajando sus estándares, con rectores de puerta
giratoria y pérdida de prestigio. Así lo describen varios ex alumnos en el
reportaje de La Tercera “Instituto Nacional: Cuando el primer foco de luz
comenzó a apagarse” (2019).
¿Qué pasará?
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